Te digo esto porque el otro día iba sentada en un avión y quien sabe porque extrañísima razón, le puse mucha atención a los anuncios de seguridad de antes de despegar y me di cuenta que son un dechado de sabiduría.
Sí señor. La idea de que en caso de una súbita caída de presión todos vamos a necesitar oxigeno suplementario y que tengo que ponerme mi mascarilla antes de ayudar a un menor llámese mi hijo o cualquier otro es verdaderamente brillante y refleja una verdad absoluta.
Sí, tengo que ir yo primero. ¿Sabes porque? Porque morada y ahogándome no puedo ayudar al otro, así de simple.
Sin embargo, cuantas personas se sienten tan buenas porque todo su dinero, tiempo, energía y esfuerzos se encaminan a la felicidad de sus retoños, marido, esposa, papás, hermanos, amigos y hasta del perro.
Todo el mundo va primero y así morados y sin respirar van por la vida dejándose al final y a veces completamente de lado, porque todos y todo son más importantes.
Para dar hay que tener y ponerte primero te permite nutrirte para poder dar con calidad.
Así que, por el bien de la humanidad, escucha la sabiduría que la sobrecargo tiene para ti y antes de pretender resolver al otro. Ayúdate, resuélvete, ámate y después, con las reservas llenas, dedícate a darle amor al que se deje.
Muchos saludos llenos de amor,
Elena Santos