Sí, en medio de mi casa hay un árbol cubierto de luces y del cual cuelgan muchísimos adornos que he ido juntando a lo largo de 27 años de coleccionismo navideño.
¿De dónde viene ésta tradición de poner un pino adentro de la casa y llenarlo de cuanta chunche te encuentres en tu camino?
Pues averiguando, resulta ser que viene de una costumbre germana, precristiana en donde se creía que tanto la Tierra como los Astros estaban colgados de un árbol gigantesco, el Divino Idrasil o Árbol del Universo, cuyas raíces estaban en el infierno y su copa, en el cielo.
Ellos, para celebrar el solsticio de invierno, decoraban un roble con antorchas y bailaban a su alrededor. En la copa de este árbol se hallaba Asgard, la casa de los dioses y el palacio de Odín, en las raíces más profundas estaba Helheim, el reino de los muertos.
¿Ahora, me puedes explicar que hago yo con un árbol que no tiene nada que ver con mi chilango ser en mi hogar? Aunque te diré que lo de las antorchas y los bailables suena bien.
Pues ésta como muchas otras, es una costumbre que he adoptado sin cuestionarla, sin averiguar y sólo porque todos los demás lo hacen.
Que susto pensar en cuantos hábitos, cuantas ideas, cuantas creencias absurdas tengo en mi vida que no me he dado el tiempo de analizar y que sigo como una borrega.
Que si la belleza tiene que ser delgada, que si sólo vales si tienes un hombre a tu lado, que si el éxito es tener mucho dinero, que si tienen que pensar como yo para tener la razón, que si la moda….
¡¡¡Piedad!!!
Se acabó familia, de ahora en adelante me pongo a pensar, analizo y actúo desde la consciencia.
¿Y tú?
Muchas bendiciones,
Elena Santos
PS Pero pensándolo bien, eso de las antorchas si me late.