Peeeeeeero la pregunta del millón es:
¿Cómo vamos a salir de ésto?
Tú no estás para saberlo, pero el 19 de septiembre de 1985 yo tenía 16 años. Los suficientes para ser perfectamente consciente y participar de todo lo que pasó en mi adorada chilangolandia.
Fue jueves y la ciudad entera se colapsó. No había luz, agua, teléfono, no existía el internet, había cientos de personas enterradas vivas y miles de muertos.
Las autoridades se quedaron paralizadas y fuimos nosotros, los de a pie, los comunes y corrientes los que respondimos.
Cada quien desde su lugar trabajó por y para el otro y pudimos.
Y creo que pudimos muy bien, porque hoy 35 años después hemos aprendido la lección y somos un ejemplo de solidaridad, organización ciudadana, empatía y amor, cuando nos unimos para resolver.
Sí lo dudas sólo acuérdate del 19 de septiembre del 2017, ese cayó en martes y nosotros solitos lo volvimos a hacer. Con el puño en alto guardamos silencio para escuchar una voz, un latido, una respiración. Acarreamos entre todos, miles de cubetas, con la vida en pedazos de nuestros hermanos. Otra vez pudimos.
Nuevamente estamos ante un gran reto y yo tengo la absoluta certeza de que podemos.
Se, porque ya lo vi dos veces, podemos.
Se, que cuando las puertas se abran, vamos a mostrar que solitos nos organizamos, nos ayudamos, nos acompañamos y demostramos el inmenso amor que nos tenemos.
Se, que cuando se abran las puertas un hermano trabajará por y para mi y yo trabajaré por y para un hermano.
Se, que cuando se abran las puertas volveré a ver el amor, la empatía y la solidaridad de todos los que ante los retos nos acordamos de que somos uno.
Mientras tanto, serena, coopero incondicionalmente con lo inevitable.
Luz y bendiciones,
Elena Santos