Después del mensaje de hace 15 días, si no lo has leído corre a mi blog, muchas personas me preguntaron cómo se le hace para dejar que el otro exista, se equivoque y acierte sin intervenir, pero sin tenerte que alejar.
Osea…
¿Cómo te desapegas con amor?
En mi experiencia, la única manera de hacerlo es viviendo yo mi vida mía de mi.
Sí, cuando yo me dedico a vivir mi vida, no tengo tiempo de andar arreglando la vida de los demás y al revés, cuando dejo de resolverle al otro, tengo tiempo para ocuparme de mi.
¿Y qué quiere decir vivir mi vida?
Vivir es hacerme cargo de mi, resolviendo mi cuerpo, mi mente y mi espíritu.
¿Y qué es eso?
Es buscar el bienestar de mi cuerpo, resolviendo sus necesidades, escuchándolo. Alimentándolo, ejercitándolo, descansando, gozándolo, en fin, viviéndolo.
Es conectar con el espíritu a través de una relación íntima con la divinidad que vive en mi. Meditando, orando, platicando, caminando, bailando, escribiendo, yendo a la naturaleza o cualquier cosa que aquiete mi mente para escuchar la voz de Dios.
Es ser responsable de mi mente, cuidando que los pensamientos que sigo me den paz y manteniéndome presente en mi cuerpo y en mi espíritu a través de estos pensamientos. Limitando todas las tarugadas que pasan por mi cabecita loca, que me asustan y que no sirven para nada, porque la mayoría de la veces no pasan y sólo me alejan del aquí y del ahora.
Como ves, cuando me ocupo de mente, de mi cuerpo y de mi espíritu, no tengo, ni tiempo, ni energía para andarle resolviendo la vida a nadie, con trabajos me la puedo resolver a mi.
Esto no quiere decir que no me interesen los demás, ni que no los ayude, pero meterme a vivir la vida del otro, ¿aquioras?
Vive, deja vivir y veras que chulada es hacerte cargo de la persona más importante en tu vida. TÚ
Bendiciones miles,
Luz en tu camino,
Elena Santos
