Ahora sí que en la recta final para Navidad y te quiero contar que antes, éste tiempo, para mi, era de un agobio terrible.
Ahora lo disfruto enormemente y no cambió la cantidad de trabajo navideño, ni de reuniones familiares.
Lo que realmente cambió fue que deje de deber y empecé a querer.
Si, como lo lees.
Antes yo hacía las cosas porque debía hacerlas. Debía cocinar, comprar regalos, decorar la casa, ver familia y amigos.
Eso me dejaba con un sentimiento de que si yo lo hago porque debo, entonces hay una deuda y el evento, la persona, la situación me tenía que pagar esa deuda cumpliendo mis expectativas.
Cuando esto no era así y muchas veces no era así, entonces me enojaba, me sentía frustrada y agobiada.
Ahora, entendí que para estar en paz, necesito hacer lo que yo quiero.
Que si le debo algo a alguien, o a alguna situación, llámese dinero, cariño, atención tiempo, etc. se lo pago y entonces, soy libre de elegir que quiero y que no.
Hoy, lo que hago lo hago por el bienestar que me trae hacerlo. Poniendo mi atención en los beneficios que me trae y no en las expectativas que puse en el resultado.
Ahí, siempre me siento en paz, porque hago las cosas porque quiero y no porque debo.
Ya no le debo nada a nadie y nadie me debe nada a mi.
¿Y tú debes o quieres?
Bendiciones y luz,
Elena Santos