Pues ya mediados de febrero. El año avanzando, el tiempo corriendo y yo caminando en mi proceso de duelo.
Tú no estás para saberlo, pero uno de los regalos que trae el duelo es el poder hacer una pausa en la vida.
El detenerte a pensar, irte hacia adentro y cambiar eso que ya no funciona. En éste proceso de introspección, una de las cosas de las que me he dado cuenta ha sido que muchas, muchas veces en mi vida me he puesto de tapete para encajar en un grupo, una familia, una chamba.
He pasado por encima de mí, haciendo cosas que no tenía ganas de hacer, que no quería o que simplemente no iban conmigo con tal de encajar.
Y hacia esto porque pensaba que no podía satisfacer mis propias necesidades, porque ni siquiera sabía bien cuáles eran esas necesidades. Yo pensaba que los demás podían hacerme sentir valiosa, feliz, aceptada, reconocida. Que afuera me iban a resolver y por eso hacía lo que fuera para que lo hicieran.
Pero, finalmente, estos lugares donde tenía que encajar, sólo me hacían sentir que no era suficiente, que había algo malo en mi y que para encajar con ellos tenía que esforzarme mucho más, en una historia sin fin.
Así que, pensándolo, me he dado cuenta que la única forma de levantarme del suelo y dejar de rogar validación es teniendo la certeza de quien soy, de lo que necesito, de a donde pertenezco, de cuales son mis heridas, de porque hago lo que hago.
Cuando tengo esta certeza, puedo validarme, darme lo que necesito, amarme lo suficiente, para dejar de hacer lo que los otros quieren de mí, para ser yo misma y no tratar encajar en un molde que no es de mi medida.
Hoy quiero tener relaciones, sinceras, profundas, amorosas donde yo hago lo que yo quiero, porque lo quiero hacer, donde me reconozco y me valido sabiendo que yo puedo satisfacer todas mis necesidades sin tener que ser el tapete de nadie.
Espero que, si tú también te pones tapete, este mensaje te sirva para darte cuenta que los tapetes están hechos para pisarse y tú no te mereces eso.
Deja de encajar, empieza a pertenecer y el tapete déjalo para la sala.
Todas las bendiciones
Elena Santos