Si me conoces, sabes que mi historia de vida no ha sido fácil. Si no me conoces, déjame te digo que, mi historia de vida no ha sido fácil y lo que me ha salvado, lo que me ha permitido salir adelante, ha sido, definitivamente, el trabajo personal.
La terapia, el coaching, los talleres, las constelaciones, la meditación, el journaling y muchííííísimos libros.
Sin embargo, no quiero romantizar el crecimiento interno. Porque el verdadero desarrollo es un proceso de destrucción.
Un trabajo donde se tiene que desmoronar todo lo que ya no te suma, para dar paso a lo que quieres ser.
Es un espacio donde te das cuenta que todas las excusas que te ponías no eran más que miedo disfrazado.
Miedo a perder amistades, relaciones, familiares, formas de hacer las cosas, trabajos y hábitos, que ya no encajan en la persona que ahora quieres ser.
Es bien difícil reconocer que algunos sueños, algunas metas, algunas cosas que querías hacer ya no son para ti.
Cuesta verte en el espejo y tener que aceptar que hay partes tuyas que ya no pueden seguir contigo.
De verdad que, el crecimiento personal no es bonito. Es incómodo, pero en esa incomodidad está la magia, porque un día, después de todo el caos, entiendes que realmente valió la pena, no porque fuiste fuerte todo el tiempo, sino porque te atreviste a destruirte para renacer.
Yo me atreví, ¿tú te atreves?
Luz para tu crecimiento,
Elena Santos