Nooooooooo se acabaron las vacaciones y es el momento de regresar a la vida cotidiana, a la rutina.
A mi eso de volver me daba una combinación de estrés, flojera, nostalgia y terror. O sea, ñañaras.
¿Sabes cómo se me quitó?
Pues nada más y nada menos que con el maravilloso poder de bendecir.
Habré de confesarte que yo pensaba que eso de bendecir era exclusivo del Papa, del Dalai Lama, de algún gurú o de los sacerdotes, pero no.
Bendecir significa decir bien y decir bien significa conectar con el amor y con la luz que hay en mi, para poner mi atención en el amor y en la luz que hay en todo y en todos.
Cuando bendigo, paso de la queja al agradecimiento, del estrés a la confianza y del miedo a la certeza.
A mi eso de volver me daba una combinación de estrés, flojera, nostalgia y terror. O sea, ñañaras.
¿Sabes cómo se me quitó?
Pues nada más y nada menos que con el maravilloso poder de bendecir.
Habré de confesarte que yo pensaba que eso de bendecir era exclusivo del Papa, del Dalai Lama, de algún gurú o de los sacerdotes, pero no.
Bendecir significa decir bien y decir bien significa conectar con el amor y con la luz que hay en mi, para poner mi atención en el amor y en la luz que hay en todo y en todos.
Cuando bendigo, paso de la queja al agradecimiento, del estrés a la confianza y del miedo a la certeza.
Cuando me relaciono desde el amor encuentro la paz, porque mi atención está en la parte luminosa de la creación.
Así que, hoy bendigo mi luz, mi camino, mi vida, mi trabajo, mis amores y te bendigo a ti, tu luz, tu camino, tu trabajo y tus amores.
Besos y toda la luz,
Elena Santos