Todos, nos contamos historias, sobre nosotros mismos, sobre nuestra infancia, nuestra adolescencia, sobre nuestros amigos, nuestras relaciones amorosas, nuestros hijos, la vida, el trabajo.
Básicamente inventamos historias de todo.
El cerebro humano tiene la necesidad de llenar los huecos de cualquier situación que te haga sentir vulnerable con una historia que catalogue los hechos y que te permita entender quien es el bueno, quien el malo, cual es el peligro, de que te tienes que cuidar, etc.
Esto, por supuesto es una manera de protegerte, pero esa protección te sale muy cara, por que el precio que pagas es la verdad.
Estas historias limitan tu visión de la realidad al punto de no ver lo que realmente está pasando por estar encasillado en tu historia.
Déjame te pongo un ejemplo. Hace tres semanas llevamos al Pedris a Teotihuacán a celebrar su cumpleaños en globo. Era un plan que le daba muchísima ilusión así que nos lo llevamos de sorpresa.
En un sábado que no tenía nada que ver con su cumpleaños, le vendamos los ojos y lo trepamos al coche. Todo el camino se la paso alegando como niño de tres años, falta mucho, a dónde vamos, quiero hacer pipí, falta mucho y así todo el camino.
De pronto se calmó y empezó a construir su historia, seguro estamos en la carretera porque no nos hemos parado para nada y seguro vamos a Valle porque salimos por la carretera de Toluca, si, seguro vamos a Valle, a mi me gusta Valle.
Después de hora y cachito de oír al niño de 58 años quejarse e inventar historias llegamos a Teotihuacán y cuando ya se veía perfecto la Pirámide del Sol frente a nosotros se quitó la venda, vio detenidamente hacia afuera y dijo hmmmmmm yo nunca había estado aquí, Pirámide de 65 metros de alto y 230 de ancho frente a sus narices y dice esta parte de Valle yo no la conocía, ¿dónde estamos?
Nos moríamos de risa. Hasta que no le dijimos que viera hacia afuera y que qué era eso enorme que tenia enfrente enfoco la pirámide y pudo reconocer Teotihuacán.
El cumpleañero había ya decidido en donde estaba y cualquier evidencia, sin importar su tamaño era descartada por su cerebro. El estaba en Valle y la mole que tenía enfrente no existía punto.
Eso exactamente es lo que hacemos cuando cualquier cosa, cualquier situación, cualquier actitud no cuadra con la historia que has creado en tu mente y que te saca de la incertidumbre que te da la vulnerabilidad. La borramos del mapa sin importar que tan grande sea.
Por eso es tan importante revisar que historias te estas contando y si quieres seguir con ellas o prefieres decirle adiós a tanto cuento y echar una miradita a las maravillas que te esperan más allá del había una vez.
Mucha luz,
Elena Santos