Pues resulta ser que lo perdí, me metí a un probador, lo dejé y no apareció.
¿Cómo te explico mi nivel de devastación?
Me sentí desamparada, de verdad desamparada. Llore, sufrí y hasta berrinche hice y en medio de semejante telenovela me acorde de un día aciago en el que mi compu hizo puf y se apagó para nunca más prender llevándose mis tesoros profesionales con ella.
Esa vez, lo que me sacó del drama fue pensar que todo, todo, todo lo que estaba adentro de esa compu había salido de mi cabeza y que la cabeza todavía la tenía, un tanto obnubilada, pero la tenía.
Por lo tanto, podía volver a hacer todo lo que había en esa compu. No había perdido nada más que tiempo y haciendo berrinches estaba perdiendo más.
Trasladando ese evento horroroso a éste evento horroroso, los objetos que perdí tenían mi energía y mi fe y como me dijo mi coach esa está dentro de mi siempre.
Es cuestión de ir hacia adentro y sentirla sin necesidad de nada externo.
¿Dolió?
Si, las pérdidas duelen, pero ya lo saqué y ahora ELIJO, si, leíste bien, ELIJO sentirme bien y no seguirme torturando en el drama.
Sentirme bien es una elección. Es mi derecho divino y no depende de nadie más que de mi.
Depende de los pensamientos que yo decido alimentar en mi mente.
Mi mente genera 80mil pensamientos al día, los obsesivitos como yo, puede que más. La mayoría repetidos y la mayoría son de miedo. Esos pensamientos están día a día ahí, pero yo elijo cuáles elaboro y cuáles observo y dejo ir.
Esa, ni más ni menos es la fórmula para sentirme bien:
ALIMENTAR ESOS PENSAMIENTOS QUE ME HACEN SENTIR BIEN, QUE ELEVAN MI ENERGÍA Y MI VIBRACIÓN Y OBSERVAR Y DEJAR IR ESOS QUE NO.
Yo, my dear friend, quiero y merezco sentirme bien y ¿qué crees? tú también. Así que ya sabes, piensa bien y acertarás.
Bendiciones para ti,
Elena Santos